En este post vamos a descubrir qué ver en Japón en otoño. Una época del año que nos encanta, con las hojas caídas y repartidas por el suelo, esos colores verdes, rojos y anaranjados, la temperatura, la humedad, el ambiente, la luz, entre otros.
¿Sabías que en Japón existe una palabra preciosa para llamar al tiempo que pasas mirando las hojas caer durante el otoño? Es koyo o momiji. Y es que, esta preciosa época del año comienza a mediados de septiembre y dura hasta principios de diciembre y según el lugar de Japón se puede disfrutar de ella más o menos semanas y con unos colores predominantes u otros.
Y sin entretenernos más, vamos al lío. Si vas a hacer un viaje a Japón en otoño recomendamos visitar estos 7 lugares:
Parque Nacional Oze
Este parque nacional, ubicado en las prefecturas de Fukushima, Tochigi, Gunma y Niigata, destaca por su abundante vegetación y es perfecto para los amantes de la naturaleza y el senderismo. Cuenta con una paisaje donde podemos disfrutar de montañas, humedales, lagos y extensos prados. Se ubica en el extremo norte de Gunma y entre finales de septiembre y mediados de octubre sus hierbas, conocidas como kusamomiji, se colorean de tonos rojos y amarillos, formando una estampa preciosa que da la sensación de estar sobre un mar rojizo y amarillento.
Además, esconde un verdadero tesoro: las cataratas Fujiwara-no-Taki. En otoño, el entorno de la cascada, con el estrépito sonido de la caída del agua y los tonos rojizos de los árboles y arbustos que lo rodean, es una auténtica belleza.
Jardín Rikugien
Se ubica en pleno centro de Tokio y es un oasis verde en medio de la gran ciudad. Su estilo es propio del período Edo pero tuvo una restauración en 1878. Cuenta con miradores y destaca el puente de Togetsukyo, un puente de piedra que está apoyado sobre dos rocas.
En otoño, no te puedes perder el espectáculo nocturno de iluminación. Sin duda, es uno de los mejores lugares para disfrutar en esta época del año, con sus hojas de arce cayendo sobre nosotros.
Monte Shosha
El Monte Shosha es la joya oculta de la ciudad de Himeji, ubicada en el camino entre Kyoto e Hiroshima. Se trata de un paraje natural donde en lo alto se encuentra el milenario conjunto de templos de Engyōji, precisamente, lo reconocerás ya que es la morada secreta en “El Último Samurai”. Y es que, algunas escenas de esta película se rodaron en los alrededores de este complejo, en el interior de Daikodo -el templo principal- y en el sendero que sube hasta Sengakuin.
En la época de otoño, es un verdadero espectáculo de tonos rojizos y hojas volando y caídas sobre el suelo, con senderos que llevan hasta un mágico templo budista en pleno bosque. En esta ciudad, además, destaca el Castillo de Himeji, conocido como la garza blanca. Una fortaleza muy vistosa, blanca y con una arquitectura muy curiosa y bonita.
Cinco Lagos del Fuji
Visitar esta zona es una experiencia única. Los lagos, el reflejo del volcán Fuji en ellos, aguas termales, cuevas, actividades o visitas guiadas. Un rincón lleno de magia y misticismo que, en otoño, con sus colores tan característicos, es más bello aún si cabe. Los 5 lagos son: el Lago Kawaguchi, el Lago Shoji, el Lago Sai, el Lago Motosu y el Lago Yamanaka.
Pueblo de Ohara
Se encuentra cerca de Kyoto, a tan solo una hora de autobús. Es un pueblo rural, de montaña, donde disfrutar de lo más tradicional de Japón. En este periodo del año las hojas de los arces y resto de árboles se vuelven rojas. Perderse por sus callejuelas descubriendo los templos, entrar en sus tiendecitas y puestos de artesanía y estar rodeados de toda esa vegetación es una maravilla. Una aldea que aún conserva todo el encanto del Japón de tiempos pasados.

Ohara (Vía Flickr)
Ciudad de Nikko
Nikko es la ciudad de los templos y santuarios. Un lugar ideal para disfrutar y conocer la arquitectura tradicional japonesa. Se ubica a algo más de 100 kilómetros de Tokio, por lo que puede ser una estupenda excursión si te encuentras en la bulliciosa capital.
Los templos de Nikko, en pleno parque natural, son una absoluta belleza y cuentan con hasta 103 edificaciones, en los que destacan un templo budista y dos santuarios sintoístas. Es tal su importancia, que además están declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Icho Namiki
La Avenida Icho Namiki es la entrada principal a los jardines de Meiji Jingu Gaien y adquirió ese nombre gracias a que sus aceras están repletas de ginkgos -es decir, los árboles oficiales de Tokio o nogales, únicos en su especie y sin parientes vivos-. En este paseo se pueden disfrutar estos árboles, contemplando sus copas con forma piramidal y con sus hojas teñidas en otoño de un amarillo intenso casi dorado. Es una delicia caminar por este lugar, especialmente de finales de noviembre a principios de diciembre. De noche, con la fantástica iluminación, también es un momento espectacular para un paseo.
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